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lunes, 18 de abril de 2011

Por Amor


De dónde viene la paciencia que te caracteriza, mujer, probablemente es algo que a nadie le intrigue demasiado. La pregunta no es cómo más bien por qué. ¿Por qué soportamos tanto y hasta dónde somos capaces de llegar?
Muchas veces hacemos cosas que no nos apetece pero las aguantamos, por ellos, por lo que podemos obtener de ellos, porque sabemos que el premio puede ser glorioso. Por amor. Porque con tal de verlo suplantamos la butaca del cine por un banco de plaza, cuando no tiene un mango, o nos comemos todas las películas de Rocky, solo porque a él le gusta. Si nos importa un poco al menos nos bancamos tres horas de charla sobre un motor si a él le apasiona, así no sepamos ni cómo inflar una rueda. Nos bancamos los horrores ortográficos, la mala dicción, los malos regalos (enterense, no a todas nos gustan las flores), aunque hay que quererlo más que un poco para soportar los malos olores.
Nos aguantamos las ganas de comer en todo el día porque nos va a llevar a un restaurante de lujo el viernes; nos conformamos con la falta de imaginación para llevarnos al mismo lugar los sábados y los domingos los acompañamos dos horas frente al televisor alentando a quien-sea-que-juegue porque sabemos que si hay victoria, cantamos goles todos, pero si el partido tiene un final indeseado el equipo no levanta y hasta eso soportamos.
No se trata sin embargo de dar más sino de dar para recibir algo a cambio también. Por amor se pueden soportar muchas cosas pero no está demás tacañear un poco y guardar algo de ese amor para una misma. Así, mujer, soportá al jefe que nunca le da franco para verte, a la mamá que te trata siempre de puta y a los amigos insufribles; pero jamás soportes compartirlo con otra.

Realmente, ¿Hasta dónde sos capaz de soportar?

1 comentario:

  1. Vale la pena cuestionarse si ese premio que, como bien dice, PUEDE ser glorioso, justifica todo ese esfuerzo. Vale la pena cuestionarse a una misma que es capaz de dar por la propia felicidad... Si nos aman, saben equilibrar, sino siempre estamos aguantando... Entonces, no soportemos jamás compartirlo con otra, ni tampoco que nos use y explore los límites de nuestra paciencia. No seamos mas su soporte que ellos el nuestro, no resignemos aquellas cosas que nos llenan por su felicidad. Todo nace del respeto, aprendamos a querernos y respetarnos a nosotras mismas, para después pensar en los demás... Aprendamos a poner ese límite y así equiparar lo que se recibe y se da...

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